Ante Fátima, dos familias de almas
Ante las afirmaciones de una grandeza apocalíptica hechas por Nuestra Señora a los tres pas torcitos en Fátima en 1917, el mundo se va dividiendo cada vez más en dos familias de almas.
Una de ellas considera que la humanidad está sometida a una serie de errores e iniquidadesque comenzaron en la esfera religiosa con el humanismo, el renacimiento y la pseudo reforma protestante. Tales errores se agravaron con el iluminismo y el racionalismo, culminando en la esfera política con la Revolución Francesa. Del terreno político pasaron para el campo social y económico, en el siglo XIX, con el socialismo utópico y el socialismo dicho científico. Con el advenimiento del comunismo en Rusia, todo ese conjunto de errores pasó a tener un comienzo de transposición – incipiente pero cuan sólido – para la realidad concreta de los hechos, naciendo de ahí el imperio comunista, desde el corazón de Alemania hasta Vietnam, cuya unidad es indiscutible. Al mismo tiempo, sobre todo a partir de la primera Guerra Mundial, la moralidad fue decayendo con una espantosa rapidez en Occidente, disponiéndolo para capitular ante el comunismo que, a su vez, es la más audaz expresión doctrinaria e institucional de la amoralidad. Para una cantidad enorme de almas de todos los estados, condiciones de vida y naciones que adoptan este modo de pensar, el mensaje de Fátima es todo lo que se puede concebir de coherente, tanto con la Doctrina Católica como con la realidad de los hechos.
Hay también otra familia de almas para la que los problemas del mundo contemporáneo, poco o nada tienen que ver con la impiedad y la inmoralidad. Ellos nacen exclusivamente de equívocos involuntarios resultantes de carencias económicas, y que una buena difusión doctrinaria y un conocimiento objetivo de la realidad pueden disipar. Con el auxilio de la ciencia y de la técnica la crisis humanitaria llegará a resolverse. No habiendo el factor culpa como nota tónica de las catástrofes y de los peligros en que nos debatimos, la noción de un castigo universal se torna incomprensible.
Entre esas dos familias de almas hay muchas gamas. En la medida en que cualquiera de las corrientes intermediarias se aproxima de un polo o de otro, para ella se vuelve comprensible o incomprensible el mensaje de la Santísima Virgen. Fátima es, pues, un verdadero divisor de aguas de las mentalidades contemporáneas.
¿Se darán los acontecimientos previstos en Fátima que todavía no se realizaron? En principio no hay por qué dudar, ya que una parte de las profecías se ha cumplido con impresionante precisión, probando su carácter sobrenatural.
Hay que subrayar que, en Cova de Iría, la Virgen Santísima formuló dos condiciones indispensables para que se evitasen los castigos amenazadores: la consagración de Rusia a su Corazón Purísimo y la divulgación de la práctica de la Comunión reparadora de los cinco primeros sábados.
Hay aún otra condición implícita en el mensaje que es también indispensable: la victoria del mundo sobre las mil formas de impiedad y de impureza que lo vienen dominando. Todo indica que esta victoria no fue alcanzada; al contrario, nos aproximamos cada vez más de un paroxismo en esta materia. Y a medida que caminamos para ese paroxismo, queda claro que vamos rumbo a que los castigos se hagan realidad.
A no ser vistas las cosas de este modo, el mensaje de Fátima sería absurdo. Pues si Nuestra Señora afirmó en 1917 que los pecados del mundo habían llegado a tal cúmulo que clamaban por el castigo de Dios, no resulta lógico que esos pecados sigan creciendo, obstinándose el mundo en rechazar lo que le fue dicho en Fátima, y que el castigo no venga.
Ya que no se realizó en el orbe la inmensa transformación espiritual pedida en Cova de Iría, vamos caminando progresivamente hacia el abismo, haciéndose cada vez más improbable esa transformación.
* Cf. Bifurcação do mundo, en Última Hora, 4/6/1982.