Para tener alguna noción del semblante de San José sería necesario deducir, a manera de suposición, el carácter de un hombre que estuvo a la altura de ser el padre de Aquel cuya Sagrada Faz está estampada en el Santo Sudario de Turín.
Es decir, el hombre que fue el educador, el guía, el protector del Señor de aquel rostro impreso en el Sudario; un hombre del mismo linaje, pariente y esposo de la Madre de Él. Concebir algo menos que eso es no tener idea de la figura extraordinaria de San José, modelo de fisonomía sapiencial, consorte de la sabiduría, del Espejo de Justicia, María Santísima. Modelo de fortaleza, padre del León de Judá, Nuestro Señor Jesucristo.
A este verdadero San José debemos elevar nuestras oraciones, rogándole que interceda por nosotros junto a la Virgen Santísima y a su Divino Hijo, y nos alcance la gracia de imitarlo en sus excelsas virtudes.
(Extraído de conferencia de 18/03/1967)
