Tradición, Familia y Propiedad – TFP

La bondad del Sagrado Corazón de Jesús

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La bondad de Doña Lucilia me ayudó mucho a amar a Dios

Cuando yo veía las imágenes del Corazón de Jesús, pensaba: “Él es infinitamente mejor que ella, ¿cómo será entonces su bondad?”

Era   un punto de partida  para muchas meditaciones. Sobre todo, cuando yo meditaba en el Sagrado  Corazón traspasado por Longinos, lo cual me causaba una pena enorme:

“Entonces,  ¿después de Él  haber hecho por los hombres todo lo que hizo, y de recibir una lancetada en el Corazón… acabó dando incluso después de muerto?

Después de muerto, es  verdad, pero presente de algún modo. Porque Él curó – por aquella  mezcla de sangre con agua que salió de su Sagrado Cuerpo – a Longinos, que era medio ciego.

Esa bondad de curar a un  individuo aún en el momento en que este mete una lanza en su Corazón, me conmovía enormemente. Y yo pensaba: “Si el   Sagrado Corazón de Jesús  es así, si tuvo tal bondad en ese momento, su bondad es incalculable,  e inclusive tiene misericordia de mí. Yo, por lo tanto, a pesar de  mis defectos, debo caminar con confianza hasta Él.”

Antes de terminar estas consideraciones, me parece oportuno recordar este raciocinio:
Si realmente yo soy bueno y  tengo pena de los que sufren, debo sobre todo condolerme de los que  sufren injusticia. Por lo tanto, mi bondad lleva a la combatividad.  Porque, viendo a alguien sufriendo una injusticia, necesito entrar en  la lucha para hacerla cesar. Así, no se es bueno  cuando no se es  también combativo.

Dicen   las Letanías  del Sagrado Corazón de Jesús: “Corazón de Jesús, paciente y   de mucha  misericordia, ten piedad de mí.” En la esfera individual, una persona  puede pedir: “Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, haced de mí un león en defensa de vuestra Iglesia tan  perseguida.”
            

(Revista Dr. Plinio, No. 144, marzo de 2010, p. 9, Editora Retornarei Ltda., São Paulo – Trecho extraído de una conferencia del 20.9.1994)

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