El 25 de marzo se conmemoran los 150 años de la Consagración del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, en unión entre el poder religioso, representado por el arzobispo de Quito, Monseñor José Ignacio Checa y Barba y el representante civil, el presidente de la República D. Gabriel García Moreno, junto a las más altas autoridades, en la catedral de la capital y en comunión con todas las parroquias del país.
Sonaban las campanas, cañonazos desde las alturas del Panecillo, y el pueblo entusiasmado acompañaba dentro y fuera de los centros religiosos ese acto que uniría el cielo con la tierra. El famoso P. Julio Matovelle comenta que en este momento la nación encontró al mismo Dios, amándonos, al tiempo que se le reconocía como Rey y Señor del Ecuador. A Cristo se le confió no solamente el gobierno de nuestra vida, sino también el gobierno del Ecuador y del mundo, porque todo fue creado por Él y para Él.
Como se hizo una larga preparación de lo que se iba a dar, con base a prédicas, retiros, el pueblo lo fue interiorizando y la consagración obedeció a un acto popular, profundo y consciente, exceptuando, claro, una minoría anticatólica y fanática. (De pasada dejamos consignado actitudes como la que se dio en la dictadura del General Eloy Alfaro cuando se llegó a ‘desconsagrar’ al país al Divino Redentor.
Cuando hablamos del Corazón, debemos pensar en el amor de Jesucristo, en su mentalidad, en las convicciones de Dios hecho hombre. Esa unión con el Sagrado Corazón es un deseo de un “cambio de corazones” nuestro con el Rey de Reyes. San Juan Evangelista fue el primer devoto en adorar el Corazón de Nuestro Señor en la Última Cena, y no es casualidad que sea conocido como “el discípulo amado”.
Santa Catalina de Siena le pidió a Nuestro Señor ese “cambio de corazones”, y entonces vio que salió un corazón rojo de fuego del sagrario y penetró en el suyo; ahí ella sintió inusitados deseos de amar, de darse, de entrega, que antes no tenía, y al morir constataron que ella tenía su órgano suturado, o sea, había habido un transplante, el suyo de carne había salido y de una forma misteriosa, mística y real, había penetrado en ella el Sagrado Corazón de Jesús.
Algo parecido se dio en nuestro país con esta consagración: el Divino Corazón de Jesús penetró en el alma del ecuatoriano, su amor infinito se clavó en las entrañas, su mentalidad penetró, su misericordia se hizo más efusiva y el pueblo cambió esencialmente. El amor que viene de arriba es mayor que el que viene de abajo, y por más que no hemos sido enteramente fieles, el Amor de Dios es inconmovible, es eterno y no cesa, salvo que se cometa cierto pecado gravísimo.
El prof. Plinio Corrêa de Oliveira comenta sobre este tema: que, si Ecuador tiene una predilección, una preservación de fe, de piedad, de alianza con Dios, es por esta consagración y que el proceso de descristianización que aqueja otras naciones en el país se frenó en 20 años a causa de ella. Ángeles habían bajado y fueron exorcizados ciertos demonios que nunca más pudieron volver.
A lo largo de la historia ha habido parodias de esta consagración. Por ejemplo, en la revolución francesa se llegó a introducir el corazón de Marat, hombre perverso, en Notre Dame, para ser ‘adorado’; algunos querían ser otros Marats…. Luego se llegó a ‘adorar’ el corazón de Lenín. Últimamente, hasta se quiso presentar una unión de corazones con el protagonista risueño-horrendo de la película ET. Bien se puede afirmar, como dice un gran líder católico, que la historia es una lucha entre los que tienen ese cambio de corazones con Dios trascendente y los que tienen ese cambio con lo preternatural; vence el más radical.
Por otro lado, Nuestra Señora del Buen Suceso ya profetizaba: “Vendrá un presidente verdaderamente católico en el siglo XIX, un hombre de carácter. A quien Nuestro Señor le dará la palma del martirio en la plaza donde está este mi convento (Concepcionistas). Él consagrará la República al Divino Corazón de Mi Hijo Santísimo. Esta consagración sostendrá la religión católica en los años siguientes que serán aciagos para la Iglesia”.
La Virgen se refería a D. Gabriel García Moreno, él tuvo esa inspiración profética, en la cual fue ayudado por el P. Manuel Proaño, jesuita, realizando así un gran acto de fidelidad que marcó la historia y los siglos futuros.
El Dr. Plinio, gran admirador de este presidente mártir, decía: García Moreno representa la ‘arquetipía’ del verdadero ecuatoriano: lógica, claridad, intransigencia y combatividad al servicio de la Iglesia, destilando las virtudes opuestas a los vicios nacionales: pereza, indecisión y sentimentalismo. Esta consagración es una decisión movida por una sed de glorificar a Dios, por cubrir al pueblo bajo su manto para protegerle de los enemigos de la fe, sin respeto humano. Aunque algunos continúen intentando transformar al país en laico, igualitario, corrupto e inmoral, no han podido, en grandísima medida por esta consagración.
Seamos coherentes con ese amor que baja, dejémonos amar y penetrar por su misericordia y Ecuador seguirá siendo un país bendito. Sepamos ser otros García Morenos, luchadores al servicio de la fe, que los Marats y Lenines fracasarán porque Dios rige la historia inspirando a los buenos … DIOS NO MUERE.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío! ¡García Moreno resucita en espíritu, que haces falta!
Por G. Ponce