Tradición, Familia y Propiedad – TFP

Vocación del Ecuador

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La fuerza de la propaganda, la insistencia de los medios de comunicación en los horrores de la corrupción y del desmoronamiento institucional, la comunicación direccionada en búsqueda de determinados efectos vinculados al  deseo del socialismo de que los países caminen hacia el modelo tribal de organización, tesis defendidas apasionadamente en alguna universidad local de posgrado, y por clérigos como el finado Monseñor López Marañón, quien mediante ISAMIS deformó la evangelización cristiana, van dando la idea de que Ecuador es políticamente inviable, que sus instituciones fracasaron y que el pesado aparato estatal es un medio de asfixia para la ordenación del Estado y de la sociedad.
 
Si bien es verdad que hay una auto-demolición del sistema orquestada desde los más oscuros intereses afines a la anarquía socialista, camino a lograr la utopía igualitaria de una sociedad tribal sin clases, sin propiedad privada, sin instituciones, en la que la cultura y la civilización tengan como máxima expresión la choza y el taparrabo; frente a esa realidad hay otro Ecuador, con miras y horizontes diferentes más afines con la misión como país.
 
Todas las personas tienen una vocación; esta palabra proviene del latín que significa llamado o acción de llamar hacia un determinado fin o destino, en términos religiosos significa  la elección de la vida religiosa, en términos civiles quiere decir la inclinación a determinada profesión.
 
¿Entonces las naciones, como las personas, tienen un llamado? ¿Tienen una vocación? Naturalmente que sí, pues hacen parte de una cultura, de una civilización que participa de las mismas raíces, y de los mismos fines, obligándose a aportar para que esa civilización alcance su realización; en este camino se pasa primero por la auténtica expresión de sí mismo como sociedad, como nación, que siendo fiel a su vocación, engrandece la cultura a la que se pertenece.
 
¿Cuál es la misión del Ecuador en el concierto de las naciones?
 
En el año 1973 viajé al Brasil, con la finalidad de conocer al Dr. Plinio Correa de Oliveira y su obra. Conocer al Dr. Plinio fue un episodio de monumental trascendencia en mi vida. En el año 1972 conocí la Sociedad Ecuatoriana de Defensa de la Tradición Familia y Propiedad, TFP. En ella me invitaron a participar de una Cruzada para defender la Iglesia Católica y la Civilización Cristiana, que estaba siendo atacada desde fuera y traicionada por dentro. Esta declaración conmovió mi alma hasta lo más profundo, y desde el primer instante adherí y me entregué a esta causa entregando todo mi entusiasmo y mi persona.
 
Conocer al Dr. Plinio fue conocer a quien encarnaba la causa tan noble que había merecido toda mi adhesión. La primera vez que lo vi fue en una ceremonia previa a una Reunión semanal que el Dr. Plinio hacía en la TFP brasileña; en un gran patio unas dos centenas de miembros de la TFP, en esplendida formación revestidos con las capas rojas y el dorado león rampante, el oro sobre el fuego, máxima expresión de ardor de la naturaleza expresan el desborde de amor por el ideal que representan, aguardaban la llegada del Dr. Plinio.
 
Cuando Dr. Plinio llegó, descendió de su vehículo al extremo de la formación, después de una pequeña venia de saludo, pasó revista a la formación. Me encontraba en el extremo opuesto de donde empezaba la formación en la segunda fila y no perdía la atención de los movimientos del Dr. Plinio. Cuando pasó por donde me encontraba su mirada se posó en mis ojos, que se embebieron de toda la grandeza de un gran general que comandaba la más grande y noble de las luchas de la historia e infundía la certeza de la victoria porque era una causa justa que no puede perder: la defensa del mismo Dios y de su Iglesia.
 
A partir de ahí comenzó una larga relación de Padre e hijo espiritual, de Señor y guerrero, juntos rumbo a un mismo fin: la realización del Plan de Dios para la creación, hasta que un día por la bondad de María Santísima, en la eternidad, disfrutemos de la presencia de Dios.
Luego el Dr. Plinio se colocó frente a un gran estandarte que se izaba al son del Credo cantado en latín, para luego desfilar hacia el lugar de la reunión. Solemne y grave ceremonia de carácter religioso militar, como la Orden de Caballería que el Dr. Plinio idealizara y que más tarde Monseñor Joao Clá materializaría de forma extraordinaria.
 
Con las debidas escusas de los lectores vuelvo al tema del artículo, pero me pareció necesario comentar mi encuentro con el Dr. Plinio que reaviva mi enorme entusiasmo y admiración por él, para que se entienda lo del llamado o vocación del Ecuador.
 
En estas visitas al Dr. Plinio, con alguna frecuencia él invitaba a tener una “palabriña”, que era una pequeña conversación donde daba orientaciones generales y a veces también personales. En esta ocasión el Dr. Plinio dijo lo siguiente: “No hay que pensar que Ecuador por ser un país pequeño no tiene una gran vocación. Las grandes maravillas vienen en presentaciones pequeñas, una joya preciosa no es algo muy grande, un magnífico perfume viene en un frasco pequeño, por tanto Ecuador está llamado a desarrollar una gran vocación en el conjunto de las naciones, está llamado a expresar la quinta esencia de las cosas. No pensemos que el Ecuador no tiene una gran vocación; esto tenemos que decirlo en Ecuador”.
 
En muy pocas palabras el Dr. Plinio manifestó la vocación de nuestro país con un conocimiento, didáctica y precisión que analistas y estudiosos no lo han hecho en tratados enteros.
 
De la misma forma que la mirada expresa la personalidad de una persona, el paisaje, la geografía y la historia de un pueblo también expresan su vocación, encontramos perfecta armonía entre lo referido por Dr. Plinio y nuestra naturaleza, la grandeza de nuestros volcanes, coronados de nieves eternas y diamantinas es uno de los tantos símbolos de los arquetipos que debemos buscar.
 
Desde ese entonces observo y analizo cómo camina el Ecuador hacia esa realización. Puedo constatar que hoy en día la propaganda basada en muchas realidades, exagera todo lo que nos pone en el sentido contario a ese llamado, pero también veo como el Ecuador se siente aprisionado por esas cadenas y quiere volar en sentido contrario.
 
En la Navidad en que la luminosa estrella de Belén anunció el nacimiento del Niño Dios, pidamos a María Santísima y a San José que nos alcancen del Niño Jesús, la alegría de la redención que comenzaba y el camino para hacer de esta tierra un espejo del Cielo.
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