Tradición, Familia y Propiedad – TFP

“Saudades” siempre presentes

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Si bien en español tenemos la palabra añoranza, recuerdos y muchas otras que significan lo que nos agrada recordar, me permito utilizar la palabra portuguesa saudades, que abarca algo más de todo aquello que expresan nuestras palabras castellanas.

Efectivamente saudades tiene la connotación de un recuerdo afectivo, cariñoso, que demuestra los fuertes lazos que se estrecharon entre personas, sean por vínculos familiares o de amistad. También significa un recuerdo intenso e insustituible.

Precisamente, al cumplirse este tres de octubre 26 años de su fallecimiento, quiero tratar de describir una relación inefable, establecida a lo largo de muchos años con el muy admirado, muy querido, muy recordado y “saudoso” Señor Dr. Plinio, como lo llamábamos en la intimidad.

La formalidad de la referencia al Dr. Plinio, para alguien que no disfrutó del relacionamiento con él, puede parecerle, fría y distante, muy por el contario, nada había de más afectuoso, nada había de más cercano, nada había de más familiar que el trato con el Dr. Plinio.

La persona tratada por el Dr. Plinio recibía por parte de él, un respeto lleno de consideración y estima, curiosamente, aunque siempre trataba con muchísimas personas, a la hora de una persona tratar con él, era tal la intensidad de su atención, que daba la impresión que él, solo existía para esa persona.

No importaba la diferencia de edad o cualquier otra diferencia, Dr. Plinio desplegaba su afecto con las mismas características.

Qué contraste tan maravilloso, el Hombre, el Caballero, el Cruzado, que enfrentó a la Revolución, y que su vida se podría resumir en una continua lucha en defensa de la Iglesia Católica, y de la Civilización Cristiana y que, por esa condición, reunía todas las características del buen guerrero, a la hora de ser guía, maestro, director espiritual, era, sobre todo, un padre.

¿Qué había de tan encantador en su persona? ¿Qué hacía tan agradable el escucharlo? ¿Por qué se deseaba tanto estar con él? ¿Qué motivaba a seguirlo de forma incondicional? ¿Por qué era un modelo o un arquetipo indiscutible? Y más que todo eso, ¿de dónde provenía esa capacidad de mover las almas, para amar un ideal, identificarse con los principios cristianos, y entregar la vida al servicio de ellos?

Responder a esas preguntas de forma completa, puede implicar escribir obras enormes de su vida y emprendimientos, no es la finalidad de este artículo, en el cual apenas me alegro alimentando las saudades que me trae recordar el relacionamiento con el Dr. Plinio, recordar su aniversario, y presentarle un homenaje.

Pero, para de alguna manera explicar esa cantidad de atractivos que el Dr. Plinio suscitaba, quiero mencionar algunos aspectos de su personalidad.

La primera razón por la que había en él ese espíritu atractivo y contagiante, se debía a una práctica profunda de la virtud cristiana, y a una coherencia de vida completa entre lo que decía y su vida personal, jamás se observó una contradicción entre ambas, vivía en la presencia de Dios, por Dios, con Dios y para Dios, sobre todo en el sentido que todas las cosas de la vida, desde las más pequeñas e insignificantes hasta las más serias e importantes, eran realizadas bajo la convicción de que deben ser hechas para la gloria de Dios, y con una consecuencia que de alguna manera colaboren para plasmar el plan de Dios o la voluntad de Dios, con los hombres en la tierra.

Esto no se reflejaba solo en lo que decía o hacía, era una constante en su forma de ser, en sus maneras, en el relacionamiento con los demás. No había algo fuera de lugar, ni superficial, a todo le atribuía un significado trascendente, todo repercutía con un valor notable en la conquista del bien y rechazo del mal, en el aumento del amor a Dios o la negación de Él, en la aproximación a la realización del Plan Divino para la creación, o el alejamiento del mismo.

Siempre, vinculado a un fervoroso amor a María Santísima, a cuyo favor, y en cuya confianza depositaba toda su existencia, se podría afirmar categóricamente que nunca emprendía algo, o se relacionaba con alguien sin encaminarlo a la Virgen María, de manera extraordinariamente relevante, mostrando la confianza en Ella y dejando claro, que el buen resultado de cualquier cosa se debía a su bondad.

No era el Dr. Plinio una persona que estaba hablando todo el tiempo de religión, o sermoneando, o viendo un cuco aquí o allá, la lucha de la vida ocupaba su atención, la cuestión es que todo lo que hacía y decía era envuelto en un espíritu de virtud, armonizando una forma de ser altamente sacral, alegre, y aristocrática.

Cuando se retornaba del lugar en que uno se encontraba en misión, para hacer una estadía en la ciudad de Sao Paulo y nutrirse con la sabia del espíritu y palabra del fundador, uno de los mejores momentos era los primeros saludos. Dr. Plinio manifestaba especial alegría en el reencuentro, desplegaba un enorme afecto y lo hacía sentir a uno, como que lo estaba esperando, y que, en esas ausencias por trabajos, nunca lo había perdido de vista u olvidado.

Estos primeros saludos se repetían por varis días, en los diferentes lugares a los que acudía para verlo, Dr. Plinio preguntaba por detalles de cómo estaban las cosas en el lugar del que se venía, tal vez más que por la información, pues siempre estaba a la par de todo, lo hacía por generar una interlocución.

En estas estadías, había unas «palabriñas» de dirección espiritual, en las que Dr. Plinio mostraba el rumbo de la lucha individual rumbo a la búsqueda de la santidad, mejores momentos no podían ser, pues hacía correcciones, que cuando las decía dejaban la impresión que ya había sentado una conquista en el alma del dirigido, también realizaba indicaciones, sobre la manera en que se debían llevar los trabajos encomendados.

Llegando el día de partir para retomar las actividades, al despedirse del Dr. Plinio, jamás una tristeza, nunca un lamento, él tomaba la iniciativa de decir algunas cosas generando entusiasmo y fervor, mostrando que el campo de batalla era el estado natural del miembro del grupo.

Como dije anteriormente no se busca en estas líneas, trazar un esbozo de la persona del Dr. Plinio, tampoco, relatar su obra, simplemente transmitir una breve pincelada, de cómo era él, alimentar las saudades de esos momentos.

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