Tradición, Familia y Propiedad – TFP

El mayor tesoro natural de un pueblo

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Tocamos en un punto fundamental : Todos los pueblos tienen su mentalidad colectiva y sus propios problemas regionales. Los hombres -como los cursos de agua- podrán ir corriendo para la eternidad. Pero las naciones -como los ríos- continúan siempre las mismas en los datos esenciales de su temperamento. Además de estas circunstancias de tipo psicológico, hay también problemas peculiares concernientes a la posición geográfica de cada región.

Toda la Civilización Cristiana, ha de ser enteramente cristiana, católica, universal, pero se debe ajustar, debe respetar, debe desenvolver y estimular las características  de cada región y de cada pueblo.
           
En los siglos de la Civilización Cristiana, cada pueblo tuvo, pues, sus características propias muy bien definida. El alma nacional de un pueblo, en todas sus aspiraciones universales y humanas, en todas sus aspiraciones nacionales y locales, encontró plena y ordenada expresión dentro de la Civilización Cristiana. De ahí la enorme variedad de formas de gobierno  y de organización social o económica, de expresiones artísticas y de producciones intelectuales en las varias naciones de la Europa medieval.
 
La expansión de sus propias tendencias como nación, le causa al pueblo un gran bienestar físico que hace que sea fácilmente gobernable. Su mentalidad nacional le inspira la formación de símbolos, costumbres, artes, mediante los cuales se siente expresado, se define y se afirma, se contempla a sí mismo y se consolida. Esos símbolos son un patrimonio  nacional, una condición esencial para la supervivencia y  progreso espiritual de una nación. Esos símbolos tienen una consonancia indefinible pero profunda con la mentalidad nacional, una consonancia que es natural y verídica y no apenas ficticia y convencional. Por esto, en vía de regla, cada pueblo elabora su propio arte, su propia cultura y sobre ello camina en cuanto  existe como nación.
 
El mayor tesoro natural de un pueblo consiste en la posesión pacífica y tranquila de su propia cultura, esto es, casi la posesión de su propia mentalidad.    
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