Tradición, Familia y Propiedad – TFP

Fecundidad sobrenatural de la Iglesia, una verdad de Fe

Print

Reproducido por TFP-Ecuador el 15 de abril de 2023 

Muchos se admiran de la actitud tomada por los Apóstoles en relación con la Resurrección. El Redentor había dicho que resucitaría de entre los muertos. Sin embargo, habiendo expirado en la Cruz, los Apóstoles se dejaron dominar por un abatimiento, haciendo trasparecer claramente toda la duda que los invadía. Y Santo Tomás quiso tocar con sus dedos al Salvador, para creer en la objetividad de la Resurrección.

Ahora, también nosotros estamos sujetos a semejante flaqueza. Aunque creamos con toda la firmeza en la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, hay otra verdad que Él afirmó de modo inequívoco y sobre la cual su palabra no es menos infalible que cuando predijo su Resurrección: es la fecundidad sobrenatural de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, que permanecerá de pie, altiva en relación a las embestidas de todos sus enemigos, hasta la consumación de los siglos, siempre capaz de atraer por la gracia a los hombres de buena voluntad.

La Iglesia jamás perderá este don de atraer a las almas. Negarlo implica negar que Jesucristo es Dios o que los Evangelios son libros inspirados. Es, pues, negar la propia Religión. Pero de esta verdad que todos aceptan, que tienen enraizada y que ven con igual clarividencia ¿sacan de ella las mismas conclusiones?

En los días turbios que atravesamos, cuando vemos la herejía dilatarse y amenazar al mundo entero ¿cuántos juzgan la Iglesia tan amenazada que se sienten inclinados a concesiones doctrinarias delante de los actuales dominadores del mundo?

Hoy en día la paganización de las costumbres penetró en todos los ambientes de la sociedad y cavó un abismo cada vez más profundo entre el espíritu de la Iglesia y el de la época. En vista de eso, muchos aconsejan concesiones morales capaces de reconciliar la Iglesia con esta sociedad, sin cuyo apoyo se teme que la Esposa de Cristo sufra un colapso.

Ante la formación de corrientes pseudo-científicas cada vez más contrarias a las enseñanzas infalibles de la Iglesia ¿cuántos desearían que ella, si no alterase las verdades ya definidas, al menos no explicitase su doctrina en puntos controvertidos, ya que cualquier definición por parte del catolicismo podría tornar las divergencias con nuestra época aún mayores?

Sucede que la Doctrina Católica es un conjunto de verdades. Desde que en ese conjunto una sola verdad fuese adulterada, la Doctrina Católica ya no sería la misma. Así, intentar acomodarla, adaptarla, componerla, es trabajar para que ella pierda su identidad consigo misma; en otros términos, es intentar matarla.

Luego, creer que el apostolado no es posible sin esa adaptación ¡es juzgar que la Iglesia solo puede vencer muriendo!

La manía de condescender lleva a mucha gente a procurar dilatar los espacios intelectuales reservados a la duda. Ante una afirmación deducida de la Doctrina Católica, la pregunta debería ser: ¿Puedo incorporar esta nueva riqueza al patrimonio de mis convicciones? Y no: ¿Qué razones consigo descubrir para dudar también de esto?

Si la Revelación es un tesoro y la difusión del Evangelio un bien, cuanto más ese tesoro se difunde y ese bien se distribuye, tanto más contentos debemos estar. Muchos, sin embargo, piensan lo contrario: “Cuanto más se ocultan las derivaciones lógicas de la Revelación y se abrevian las consecuencias de lo que está en el Evangelio ¡tanto más caritativo se es! ¡Cómo Dios hubiera sido compasivo si hubiese impuesto una moral menos severa! ¿Por qué Él no previó que en nuestro siglo esa moral sería un estorbo imposible de difundir? Corrijamos la obra de Dios, disminuyamos lo que en ella hay de desmedido, sofoquemos la luz de lo que brilla demasiado, y así beneficiaremos a la humanidad” ¡Cuánta gente, en la práctica, raciocina así!

Proceder de esa manera, ¿no refleja el temor de que la Iglesia ya no cuenta con el apoyo de Dios y, si no se baratea, ya no pueda arrastrar las turbas? Esa duda sobre el auxilio sobrenatural que Dios da a la Iglesia ¿no se parece mucho con la que hubo antes de la Resurrección?

Reflexionemos en esto y pidamos a Nuestro Señor que, haciendo resucitar en nosotros los tesoros de las gracias que rechazamos, volvamos nuevamente a aquella ortodoxia virginal de Fe y a aquella perfección de vida que tal vez el pecado nos haya robado.*

* Cf. O Legionário n 448, 13/4/1941.

Comparta

Artículos relacionados