En el tiempo del Imperio Romano, San Atanasio combatía a los arrianos con mucho vigor. Pero a cierta
altura, el mundo entero se volvió arriano ‘de la noche a la mañana’, y ese Santo Patriarca de Alejandría
quedó casi sólo en esa lucha, llegando a ser tan perseguido, que para evitar la muerte, no tuvo más remedio que entrar en la tumba de sus padres y vivir allí escondido.
Sin embargo, luchó contra todo y contra todos hasta que el Concilio de Nicea definió la divinidad de Nuestro
Señor Jesucristo, y en consecuencia, la Maternidad Divina de Nuestra Señora.
San Atanasio puede ser llamado la columna de la Iglesia. Cualquier terremoto derrumba una columna. ¡Pero, nada derrumbó a San Atanasio! Él tenía la gracia divina que lo ayudó. Dios ofrece la gracia a muchos, pero no todos corresponden. A este gran Doctor de la Iglesia, Dios ofreció su gracia, y él correspondió generosamente. Su nombre se quedó con una especie de gloria de fuego en la Historia de la Iglesia.
(Extraído de conferencia del 12/10/1985)
Publicado el 9 de Junio de 2022